Creatividad en estado puro

Personas en estado puro

Creatividad en estado puro es creatividad sin influencias. Es lo más cercano a vivir de manera libre y plena. Pero, ¿esto es posible? Somos el resultado de cientos de influencias a lo largo de toda nuestra vida. Hoy la pureza es una ilusión abstracta e imposible, algo lejana e incluso esotérica. ¿Se puede entonces ser libre del predominio exterior y alcanzar así a la persona pura? ¿Se puede vivir creativamente?

Cobra sentido la transparencia, esto de ver personas puras. Percepciones diarias sin grandes aspiraciones, pero que diagnostican una cierta sustancia. Ver la pureza es ver algo legítimo, que se aprecia como verdadero y que transparenta una inequívoca materia cuando se valora un trasfondo. Eso invisible que tanto se habla, una esencialidad única tal vez. 

La creatividad es pureza y responde a esta esencialidad. Bien es un motor de vida que hace funcionar mecanismos o también una fuerza transformadora y misteriosa que siempre se desea alcanzar. Un potencial exclusivamente humano que impulsa a la existencia, a la propia identidad y a vivir de una manera única. En todos los casos, es una fuerza inestimable y absoluta. Es creatividad en estado puro. 

Esta fuerza singular es creatividad pura en su forma, en el modo que se manifiesta o en la forma que se proyecta. Es una creatividad libre de influencias. Una naturaleza sin impurezas, casta, sin mixturas, pero cargada de posibilidades. Sin elementos innecesarios. Exenta de extremos, sin excesos ni escasez, sin protagonismos ni tampoco de impercepciones. Una materia prima sin contextos, condiciones, sin juicios ni prejuicios y que está libre de imperfecciones tan morales, y tan humanas.

Así, una creatividad en estado puro, es una vida en estado puro. Personas libres de influencias, que superan esquemas de vida para estar por encima de sus propias circunstancias. Que desarrollan todo su potencial humano y que sobrepasan sus propios límites mediante el nacimiento de nuevos valores. Nuevas y mejores herramientas de vida, trascendentes y plenas. Esto es vivir creativamente.

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Algo puro no concuerda

Frente a estas descripciones, resulta lejana la idea de una creatividad pura. Vivir creativamente resulta abstracto, no se concreta en algo específico y aparenta ser poco pragmático. Pero este alto nivel de abstracción, también resulta alentador. No deja de existir un componente etéreo, casi sacro que abandona lo humano para rondar en lo divino. Un valor y un estado inalcanzable que se reconforta en un más allá, en lo metafísico; o en lo enigmático, lo esotérico. Muy esquivo a las vivencias precisas y por sobre la experiencia real de las personas.

No resulta fácil la pureza, resulta utópica. ¿Vivir creativamente, es esto posible?

¿Existen cosas puras? o ¿qué va quedando de puro? ¿Qué es puro en realidad?, ¿existe la verdadera pureza? La transparencia hace sentido, invita y motiva, la búsqueda de una esencia o una sustancia igualmente inspira, y alcanzar una pureza libre de influencias es el gran objetivo, pero ¿podemos encontrar algo libre de influencias? Resulta lejano. 

Es imposible encontrar algo puro. La realidad sentencia su veredicto y advierte que hoy todo está y seguirá estando influenciado. Bajo este fallo, ¿es imposible también la creatividad? —Llega a tener sentido por qué las vidas creativas son tan escasas—.

Es imposible encontrar algo puro. La realidad sentencia su veredicto y advierte que hoy todo está y seguirá estando influenciado. Bajo este fallo, ¿es imposible también la creatividad?

Somos el resultado de múltiples influencias producto de nuestras propias vivencias personales, experiencias forjadas desde el entorno familiar y social. Nuestro marco teórico de vida se fundamenta de lo que viene del exterior, pocas veces resalta un potencial que se distinga y conforme a un Yo consciente. Por otra parte, se vive deambulando y, entre percepción y percepción, surgen inevitables ideas como salvavidas de identidad, automáticas, efímeras y desechables.

En medio de este panorama, ¿qué tan puros somos? y ¿qué alternativas existen? Si la creatividad es un estado deseable, qué tan dispuestos estaríamos en aventurarnos en ella y en la búsqueda de esa pureza. ¿Estaríamos dispuestos a dejar de lado influencias con el objetivo de alcanzar una vida más creativa?

A menor influencia mayor es la creatividad 

Una vida sin influencias nos hará vivir creativamente. A menor cantidad de influencias externas, mayor será la creatividad. De esta manera llegaremos a una creatividad pura y se alcanzará a la persona pura.

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¿Ir o no ir detrás de las influencias? 

¿Qué entendemos como influencia? Algo que viene del exterior, algo que no es dado ni propio de cada persona. Una influencia es un efecto, una consecuencia o un cambio que produce una cosa en otra. En otras palabras es un predominio, o directamente un dominio que ejerce poder o control sobre algo y que puede contribuir a modificar ideas, comportamientos e incluso personalidades.

Sean buenas o malas influencias, es indudable su fuerza. El poder de las influencias exime un juicio de valor certero, pues puede ser positivo o negativo, pero siempre es un hecho y se ejerce siempre. Un efecto que nunca queda indiferente.

De este modo, una influencia es siempre un dominio que ejerce posición en reemplazo de algo, dicho de otro modo, una influencia es un traslado hacia el exterior de sí mismo. Un abandono individual en búsqueda de nuevas posibilidades que alimentarán a un nuevo ser, a una nueva realidad y, ya sea de manera consciente o inconsciente, se presenta como un cese de sí mismo, con objetivos variados e insospechados de vida.  

…una influencia es siempre un dominio que ejerce posición en reemplazo de algo, dicho de otro modo, una influencia es un traslado hacia el exterior de sí mismo.

Es cuando surge la cuestión, ¿ir o no ir detrás de las influencias? Positivas o negativas, dependen en gran medida del valor que cada persona deposite sobre ellas. Sin embargo, frente a cada circunstancia de la realidad, ellas surgen mediante solo dos posibilidades; tomarlas o dejarlas. Ir o no ir detrás de ellas. Es decir, ir y dejar de lado el Yo, o no ir y fortalecer el Yo. Por un lado, seguir influencias y dejar de lado el Yo, significa depositar la existencia fuera de la persona y desatender la autoexperiencia creativa. Y por otro lado, no seguir influencias y fortalecer el Yo, significa depositar la existencia dentro de la persona para potenciar la autoexperiencia creativa.

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Ir y dejar de lado el Yo

Se puede apostar que toda la historia de la sociedad, es la historia del ir y dejar de lado el Yo. Abandonar la autoexperiencia creativa es paradójicamente autoexperiencia en otros sitios, la creatividad se practica, pero fuera de la persona y así es como nacen las historias; nace el ideal. Se crea la ficción tranquilizadora, el mito y el relato que aporta seguridad y sentido.

Quien comienza con este abandono es seguramente Platón, que desde hace más de dos mil años, apuesta por la experiencia abstracta más que por la concreta. El filósofo griego, que considera que el mundo visible es un pálido reflejo de la verdadera realidad, va detrás de una idea de perfección, pero más allá de la experiencia real, en un mundo celestial que nace desde la ficción.  

Es la misma idea que desarrolla Yuval Noah Harari, en su libro Sapiens El historiador israelí, afirma que seguramente el secreto para que los seres humanos pudiesen fundar civilizaciones, sea la aparición de la ficción. Desde aquí toda cooperación humana se establece sobre mitos comunes que solo existen en la imaginación de las personas. 

Abandonarse humanamente para seguir influencias externas logró que así se inventaran dioses, naciones o leyes. No hay nada de esto fuera de la imaginación común de los seres humanos. Tanto es así, que hoy toda la realidad objetiva, depende de esta realidad imaginada. 

Ir detrás de nuevas ideas influyentes es buscar un destino, un traslado en búsqueda del sentido. Probablemente la raza humana no hubiese sobrevivido sin este viaje fuera de sí mismo, pero ¿qué hace que busquemos esa influencia en el más allá? ¿Por qué es una constante humana tan poderosa e insistente en toda experiencia histórica? 

Abandonarse humanamente para seguir influencias externas logró que así se inventaran dioses, naciones o leyes. No hay nada de esto fuera de la imaginación común de los seres humanos.

Es lo mismo que se pregunta José Antonio Marina, pensador español, que expresa la dificultad de mantenerse en lo dado, ¿a qué viene esta incansable prolongación e interpretación, esta interminable alquimia mental? El ser humano en su afán de abandono terrenal, se empeña en ver las cosas distintas a como las ve en la realidad. Una misteriosa variable que solo caracteriza al Homo sapiens.

La noción de abandono terrenal remonta a las ideas de Friedrich Nietzsche. El pensador alemán señala que existe una alegría embriagadora de olvidarse de sí mismo. En este olvido, el ser humano busca su sentido más allá de la tierra, en la ficción, en el ideal; y en este abandono la gente comienza a despreciar lo terrenal, lo material, todo lo que tenga relación con el cuerpo.

Nace el ideal humano, el delirio humano. Nietzsche habla de los cansados del mundo que sienten pereza de la tierra, que roban las verdaderas virtudes humanas, las virtudes puras, para volcar toda esta energía en un más allá que no existe. Aparecen las religiones, las místicas, las pseudociencias como resultado de todo este delirio. Mixturas de desvaríos, quimeras eclécticas, mezclas de ilusiones que dejan de tener pureza y que no describen más, que este ir y dejarse llevar, por una llamada de dominio exterior.

El deseo de seguridad y sentido, es sin duda una búsqueda de conocimiento, un modo de supervivencia para dar respuesta a lo inexplicable, no falta razón para entender este ir detrás de algo. Es sin duda, también un viaje de autoexperiencia creativa. 

Sin embargo, puede resultar contraproducente, pues cuando se deposita la existencia por fuera de sí mismo, puede surgir un efecto insospechado y contrario a una pureza original. Obedecer a influencias, ya sea como búsqueda o modo de supervivencia, deja de lado la propia experiencia del Yo. Y en este aspecto, hay mucho por donde imaginar.

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No ir y fortalecer el Yo

No abandonar la experiencia concreta es depositar la existencia dentro de la persona para potenciar la autoexperiencia creativa. Fortalecer el Yo. Aparece la reacción hacia las ideas platónicas por medio de Aristóteles, quien apuesta por la experiencia concreta en vez de la abstracta. Ya surge una problemática por resolver solo un mundo, resulta que ahora hay que resolver dos, plantea el filósofo griego. 

La realidad está aquí, no en otro mundo. La realidad es una sola, materia y forma, y para comprenderla solo basta con la experiencia personal y auténtica que se recibe por medio de las percepciones. No existe mejor influencia que la verdadera, la que se puede sentir, ver, oler o tocar. Experiencias que seguramente se perderían si enfocamos nuestras búsquedas por fuera de nosotros mismos. 

La fascinación de Aristóteles por conocer cada detalle de la naturaleza, está en considerar lo vivo, lo orgánico, lo real, como lo verdadero. No existe otra realidad y no se conciben ideas de ficción que influyan en las vidas humanas. La única influencia verdadera es la que brota de nosotros mismos.   

No existe mejor influencia que la verdadera, la que se puede sentir, ver, oler o tocar. Experiencias que seguramente se perderían si enfocamos nuestras búsquedas por fuera de nosotros mismos.

Vivir creativamente resulta más sencillo de lo que parece, entonces. ¿Bastará con tan solo experimentar la vida real? ¿No abandonar la realidad y permanecer sin más influencias que salen de nuestra propia experiencia, nos hará vivir más creativamente?

Las respuestas brotan de manera espontánea, pero también dudosa. Con este veredicto es fácil comprender por qué se ha insistido tanto en el poder de sí mismo. Resulta que la creatividad es uno mismo, ¿“la solución está en ti”? ¿“La creatividad está en ti”?

Desde el famoso “Conócete a ti mismo”, hasta El Secreto que está en uno mismo, muchas son las ideas que rondan en este ámbito de la autoexperiencia. Desde teorías filosóficas occidentales, hasta las ideas provenientes de Oriente, pasando por las más populares, hasta las teorías New Age, todas reafirman que la solución está en cada persona.

Todo apunta a que ya conociéramos la fórmula de la creatividad. Pero, ¿por qué vivir creativamente se vuelve tan esquivo? La respuesta al parecer es una; y es porque somos seres humanos. No existe otra.

La creatividad es un concepto inconmensurable, como se ha explicado; un medio camino entre algo humano y divino que resulta un misterio, una paradoja, por lo tanto no resulta fácil concebirla. Requiere esfuerzo y por sobre todo, de mucha voluntad. 

Todo apunta a que ya conociésemos la fórmula de la creatividad. Pero, ¿por qué vivir creativamente se vuelve tan esquivo? La respuesta al parecer es una; y es porque somos seres humanos.

Es fácil abandonarse. La alegría embriagadora de olvidarse de sí mismo que menciona Nietzsche, es una realidad humana de fácil acceso y es sumamente automática, pues ofrece soluciones casi inmediatas. Nada de esto requiere mayor esfuerzo, y es aquí donde el filósofo alemán pone el énfasis y manifiesta el punto central de toda autoexperiencia creativa, la Voluntad de Poder. Un impulso vital que nace desde el interior de cada uno, para alcanzar así a la persona plena, creadora de sus propios valores y de su propia existencia. Un Übermensch, un Superhombre.

Esta poderosa voluntad está en personas libres en estado puro, seres humanos de trascendencias que han superado la esclavitud. En comparación con los cansados del mundo que sienten pereza de la tierra, y que son los que más fácilmente se olvidan de sí mismos para seguir con mayor soltura las ideas de paraísos inventados. Nietzsche pone como ejemplo a la figura del Niño, en la que no existen influencias y el espíritu alcanza su máxima pureza y liberación. Todo lo que sale de él es creativo; es creatividad pura.  

Este mismo impulso que brota como potencia creativa se aprecia también en otros conceptos similares provenientes de la filosofía. Arthur Schopenhauer, como la Voluntad de vivir, una especie de energía universal que impulsa a desarrollar nuestra vida y apropiarse de nuestro propio destino. Similar al pensamiento del filósofo alemán, están las corrientes del Vitalismo, cuyas ideas expresan que todos los organismos se caracterizan por poseer una fuerza o impulso vital muy distinta a las cosas sin vida. Ideas que encarna Henri Bergson, filósofo francés, en el concepto de Impulso vital, una fuerza que proviene de los organismos vivos como energía inagotable y que es la causa de todas las experiencias humanas.

De manera similar el filósofo español, José Ortega y Gasset, propone la idea de Razón vital como modelo de superación entre las ideas procedentes del Idealismo y el Realismo filosófico. Un modelo parecido al que desarrolla Ralph Waldo Emerson, pensador estadounidense, mediante una Vital force, una capacidad individual de la conciencia, que potencia los valores personales y que impulsa a buscar en sí mismos una relación original con la vida sin necesidad de influencias superiores.

…el punto central de toda autoexperiencia creativa, la Voluntad de Poder. Un impulso vital que nace desde el interior de cada uno, para alcanzar así a la persona plena, creadora de sus propios valores y de su propia existencia.

Por otra parte, desde el lado de las ciencias, traer a escena a Abraham Maslow es reafirmar la autoexperiencia como condición esencial para la creatividad. El psicólogo estadounidense, uno de los principales exponentes de la psicología humanista, recalca que no hay nada más importante para el individuo que la autorrealización, tesis que desarrolla en su célebre Pirámide de las necesidades.

El autodesarrollo para Maslow tiene que ver con motivaciones de crecimiento personal y se caracterizan principalmente por estar centradas en la realidad y no en lo ficticio. Por lo general, las personas que alcanzan este nivel son creativas, tienen buena aceptación de sí mismas y de los demás, y principalmente son personas independientes y resistentes a ser influidos culturalmente. No son susceptibles a la presión social y basan su felicidad más en las experiencias y juicios propios, que en tendencias sociales. 

Y por último, un concepto que podría muy bien abarcar todo lo expuesto y resumir todo lo que es la vida, incluso, es la idea de Autopoiesis, propuesto por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, y que propone crearse a sí mismo obedeciendo a nuestra propia condición biológica.

Todos los seres vivos somos sistemas autopoiéticos, nos producimos a nosotros mismos sin necesidad de ayuda exterior. Somos moléculas capaces de producir nuestra propia existencia mediante un sistema que está continuamente creándose a sí mismo, manteniéndose o modificándose. Cuando este sistema deja de producir, la creatividad llega a su final; y cesa la experiencia creativa.

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El resumen de dos posibilidades

Hemos visto las implicancias de las influencias. Dos posibilidades en esta ruta creativa; depositar la experiencia fuera o dentro, lo abstracto o lo concreto. Dejar de lado el Yo o fortalecerlo. Desatender o potenciar la autoexperiencia. Existen solo dos posibilidades, y tomarlas o dejarlas afectará el modo de vivir creativamente.

En primer lugar, a mayor influencia, es menor la creatividad. Se puede sentir la conexión con algo superior fuera de la experiencia sensible que haga sentido, o con ideas colectivas de predominio social; y así mantener dosis de seguridad y pertenencia. El riesgo es la extrema comodidad que produciría pérdida de pensamiento crítico y de un cuestionamiento básico para comprender la realidad. Una estimulante y abstracta existencia que invita a permanecer para siempre en un mismo lugar.

Y en otro lugar, a menor influencia, es mayor la creatividad. Es el estado deseable, el autodesarrollo personal. Aunque se podría suponer que es mayor la desconexión con el entorno a recibir menos influencias. Abandonar referencias, tiene efectos, y deshacer este mecanismo no es un simple acto de renuncia, pues venimos en gran parte condicionados a comprender y aprehender todo lo que viene del mundo exterior. Es como funciona nuestra percepción biológica. 

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Conclusión pura,
se pierde el sentido,
se pierde la creatividad

Ser conscientes y tener voluntad. En esto se podría resumir el estado ideal de todo lo expuesto hasta aquí. Fortalecer el Yo por medio de un impulso vital hacia una búsqueda de sentido consciente, pues cuando se pierde el sentido de las cosas, también se pierde el sentido de la creatividad. Y bien se sabe, en el día a día, que constantemente se gana y pierde creatividad en el estado normal de las cosas; y es aquí por donde debe pasar la revisión y la crítica.

Es oportuno que el mundo exterior, a veces abstracto a veces ficticio, no tenga una influencia total sobre la sustancia interior de la persona. Aunque es imposible abstraer todo lo que viene del exterior y permanecer en la absoluta pureza, prescindir de influjos, también resulta ficticio y utópico. Tanto las ideas de las personas, las mentes o lenguajes de las sociedades y culturas, son convenientes como referencias y como material para elevar el conocimiento. 

De esta forma, lo que viene del exterior y del interior no se oponen, sino que es ventajoso que se complementen considerando maneras. Optar por caminos intermedios, a ratos conscientes o inconscientes, pero sin perder la atención en el fortalecimiento del Yo, hará mucho más enriquecedora la experiencia creativa. Pues no se trata de negar, se trata de expandir. Ni tampoco de elegir entre persona o abstracción social, se trata de la integración de una persona en una construcción social y que, real o abstracta, constituye una realidad común entre todos los habitantes de este planeta.

Una vida sin influencias nos hará vivir creativamente, sin embargo se deben considerar todas las variables, puesto que una vida con influencias conscientes, también pueden abrir otras posibilidades.

Pues no se trata de negar, se trata de expandir. Ni tampoco de elegir entre persona o abstracción social, se trata de la integración de una persona en una construcción social y que, real o abstracta, constituye una realidad común entre todos los habitantes de este planeta.

La idea y la sensación de vivir creativamente, despierta una grata sensación, y es posible ponerlo en práctica, pero requiere voluntad. Nada nuevo bajo el sol se pensará, y con razón. Las respuestas están siempre a la vista, pero siempre preferimos otras. —Tal vez sea la paradoja de la creatividad, crear desde aquí, para crear más allá—.

Cabe volver a preguntarse, ¿qué tan dispuestos estaríamos a dejar de lado influencias con el objetivo de alcanzar una vida más creativa? 

La respuesta no bastará con una simple voluntad, es imprescindible una voluntad que lleve consigo una energía creadora; un impulso de vida que servirá como parámetro de buen camino. Porque si en algo coinciden todos los autores, es que la creatividad es siempre una experiencia humana positiva, pues tiene frescura y originalidad, es optimista, aprecia el entorno, deja de lado hostilidades e invita a vivir más intensamente. 

Algo así es la pureza, y la creatividad como resistencia individual positiva, es lo más cercano a alcanzar a la persona en estado puro.

BIBLIOGRAFÍA:
BERGSON, H. (2007) La evolución creadora. Buenos Aires: Cactus.
HARARI, Y. (2011). Sapiens, de animales a dioses. Barcelona: Debate.  
MARINA, J. (1993). Teoría de la inteligencia creadora. Anagrama.
MASLOW, A. (1983). La personalidad creadora. Barcelona: Kairós. 
NIETZSCHE, F. (2017). Así habló Zarathustra. Austral, Planeta. 
ORTEGA Y GASSET, J. (1999). La rebelión de las masas. Austral.